lunes, 8 de noviembre de 2010

FILOSOFÍA ORIENTAL


Afortunados somos, porque vivimos tiempos interesantes. Pequeños somos, es cierto, pero las torres más altas también empezaron por el suelo. Y nosotros avanzamos, despacio pero con paso firme. No tenemos deseos, sino voluntades; y si bien queremos cambiar el mundo, es mejor empezar por nuestra propia casa, pues los bellos caminos no llevan lejos, aunque sea más fácil mirar en lontananza que en nuestro propio corazón. Así como las buenas fuentes se conocen en la sequía, las grandes amistades se forjan ante la adversidad, ya que más difícil que iniciar un proyecto es mantenerlo. Con esfuerzo y tesón, la más pequeña semilla puede germinar y convertirse en la más bella flor.

Nosotros plantamos una vez una semilla. Hubo desde entonces épocas de de seguridad, y también de duda; de alegría, y también de pena; de diligencia y de desidia, de fortaleza y flaqueza... Nos hemos caído mil veces, pero nos hemos levantado mil y una. Hemos mimado esa semilla, la hemos protegido y cuidado, germinó y se convirtió en una bella flor de lis que lleva viva dieciocho largos años.

¿Os animáis a celebrarlo con nosotros?

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